Y hoy en esta nueva noche de hotel miro por la ventana sentado tomando una copa de vino esperando que me devuelvan nuevamente las ganas de poder mirar la luna sin ponerme melancólico. Hay días donde todo es brillo y luz pero también se que hay días que no puedo ni conmigo mismo, he pasado por tanto esta última semana que aún no puedo ver los días com claridad. 

He cavado pozos para sepultar mis propios problemas y sentimientos, aún hay lobos allá afuera que esperan mi caída, que me rinda, que solo tropiece para poder comerme en manada. Aún recuerdo cuando buscábamos tesoros en cada atardecer, éramos tan felices y no lo sabíamos como cuando aprendí andar en bicicleta sin rueditas, esa sensación de placer que te da cuando la bola cae en el número que apostaste, esa misma incertidumbre que tengo noche a noche con este corazón con GPS que siempre me destina a ti y a esos recuerdos pasados. 

Tengo canciones que al escucharlas me desgarran el corazón, todavía sigo desgarrándome ocultando bajo las sombras de esta habitación que me queda tan grande, esperando algo que me llene por una rato o al menos lo intente. Sigo escuchando grillos por las noches, soy una columna con luz en la calle que por momentos tintinea pero al final siempre termina apagada. 

En las mañanas lluviosas solo me encargo de escuchar la lluvia, oler el olor al café con tostadas. No he parado de escribir ni un día en el bloc de notas de mi celular pero no quiero subirlas, no quiero publicar más poemas, letras, frases o como quieran llamarlo, ya no necesito más esto ni tampoco que lo leas. Aún cada tarde solo agarro alguna aguja en casa y voy cosiendo mis heridas una por una, tratando de encontrarle un sentido a todo esto. 

Como decir que aún no te suelto, que no vuelo, que no encuentro ningún consuelo y que por las noches me desvelo.